Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, dijo este martes que «están pidiendo un golpe de Estado» en el país latinoamericano, mientras inauguraba un Centro Urbano de Bienestar y Oportunidades (CUBO) en la capital y lanzaba fuertes críticas a los partidos de oposición.
El mandatario comenzó cuestionando a sus detractores del Congreso, recordando que antes del 1 de mayo «bloquearon los fondos» para la construcción de 60 obras de este tipo. Tras las últimas elecciones, el frente oficialista Nuevas Ideas (NI) obtuvo la mayoría legislativa.
«No tienen el poder de detenernos, aunque lo intentan a través de los medios de comunicación, a través de sus ONG de fachada, a través de sus amigos en la comunidad internacional«, señaló el jefe de Estado.
Y agregó: «Como no pueden ganar por la vía democrática, tienen que ganar por la vía antidemocrática. Lo extraño es que mucha gente que dice que defiende la democracia, lo que defiende son los golpes de Estado, y no hay nada más antidemocrático que eso».
«Compitan en las elecciones»
Bukele, quien está atravesando la mitad de su primer mandato de cinco años, les insinuó a sus oponentes políticos que deberían mejorar sus propuestas para llegar al Ejecutivo: «Si no les gusta el Gobierno, pues compitan en las elecciones, ofrézcanle algo mejor que lo que ofrecemos nosotros al pueblo y el pueblo nos va a sacar en dos segundos».
El presidente remarcó que la oposición recurre «a sus amigos en la comunidad internacional» porque «no son capaces de que alguien les crea una propuesta». «Les dicen que aquí hay una dictadura, que aquí no hay democracia, que aquí la gente no se puede expresar, que aquí la gente no puede votar, que aquí la gente no puede hablar, que los periodistas están encarcelados en una burbuja invisible», ironizó.
«La realidad es que aquí cada quien dice lo que quiere, los periodistas publican lo que quieren y nadie les prohíbe vender sus periódicos», añadió el mandatario salvadoreño.
Por su parte, desde la oposición afirman que la administración de Bukele tiene características autoritarias. Uno de los principales contrapuntos se produjo en febrero del 2020, cuando el mandatario ingresó al Legislativo con policías y militares armados, en un acto intimidatorio para conseguir la aprobación de un préstamo que financiara su plan de seguridad.
También se reprocha que cuando asumieron los nuevos congresistas en la Asamblea Legislativa, una de sus primeras acciones fue cesar a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y al entonces fiscal general, Raúl Melara, para colocar reemplazantes presuntamente afines al Gobierno.