Agosto, 8 del 2023.–Tucidides decía: «tenemos una Constitución que no envidia las leyes de los vecinos, sino que más correctamente es ella maniquí para algunas ciudades imitadoras de los otros. Y su nombre, por atribuirse no a unos pocos, sino a los más, es democracia»
Los orígenes de las formas políticas griegas se pierden en la abruma del tiempo y en medio de las leyendas; aunque la historia se ha encargado de precisar el siglo VI A.C. como el espacio de tiempo en el cual empezaron a surgir gobiernos oligárquicos y la incipiente democracia.
Asimismo, los griegos fueron los precursores de la filosofía política. Aunque en sus comienzos se agruparon como tribus, seminómadas, sin constituir un Estado, terminaron por asentarse en las costas del mar Egeo y el Mediterráneo. Estos tenían en adhesión estima la camaradería, la devoción y el valencia.
Algunas tribus guerreras se asociaron con el objetivo de defenderse y poco a poco crearon las «ciudades estado», como Atenas y Esparta. La polis o ciudad estado era una comunidad pequeña e independiente.
Entonces, en la búsqueda de dirigir mejor los asuntos colectivos, tomando las decisiones de las posibles opciones a los casos presentados a la asamblea o Ekklesia, legaron los griegos a la civilización humana la política. Tanto el sustantivo «política» como el calificativo «político» son términos que se derivan de la palabra griega polis que significa ciudad.
La polis que atrajo viejo interés y ejerció más influencia fue la de Atenas. Allí se sucedieron todo tipo de gobiernos. En sus inicios la aristocracia, que actuaba como un consejo tribal, concentró el poder político; con el tiempo, la ciudadanía logró imponer su autoridad bajo una nueva forma diferente de gobierno en la que participaban todos los ciudadanos varones adultos. Que eran unos 50.000; quedaban excluidas las mujeres, los esclavos y los extranjeros que eran llamados metecos.
El hombre en la democracia
La idea del hombre como medida de todas las cosas, de1 filósofo incomprensible Protágoras, según Rafael de Listo, catedrales de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid no es más que el resultado de la reivindicación de la idea de los sofistas de que todo hombre exento tiene cualidades que hacen la vida en global posible y que hacer lo preciso y lo adecuado era un deber en el puesto global a todos, que era la polis.
Ser ciudadano ateniense era poco tomado muy en serio, adecuado a que implicada derechos y obligaciones.
Aquellos que no se interesaban por la política eran considerados individuos que no se ocupaban de sus propios asuntos y que, paradójicamente, creían que estaban cuidando de sus intereses. Los griegos utilizaron el término idiotez, una palabra que significaba persona aislada, de la cual se deriva la palabra idiota. Y con esta palabra encapsular la idea que permitiera explicar a aquéllos que no participaban en la política.
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