El papa Francisco lamentó hoy el «desierto de humanidad» al que se enfrentan a menudo los refugiados en su camino hacia un futuro mejor y criticó que «la construcción de muros y el retorno de migrantes a lugares inseguros aparecen como única solución de la que los gobiernos son capaces para gestionar la movilidad humana».
El papa realizó estas reflexiones en un mensaje enviado al Centro Astalli. Sede italiana del servicio jesuita para los refugiados, que este martes inauguró. Una exposición sobre refugiados que viven en Roma y que se podrá ver hasta el 28 de noviembre en la iglesia de Sant’Andrea al Quirinale. Informó el portal Vatican News.
El papa denunció lo «terrible y despreciable que puede ser la guerra» y se refirió a estas personas que huyen de sus países en conflicto como ciudadanos que saben «lo que significa vivir sin libertad y sin derechos». Y que también a veces han experimentado «condiciones de vida similares a las de la esclavitud».
También personas que sufren «impotencia de ver cómo» su «tierra se seca » u «agua se contamina» y no les queda «otra opción que emprender» un viaje «hacia un lugar seguro en el que cumplir sus sueños».
«Lamentablemente, emprender el camino no ha constituido en muchos casos una verdadera liberación, demasiadas veces os encontráis con un desierto de humanidad. Con una indiferencia que se ha globalizado y que marchita las relaciones entre los hombres». Subrayó.
Francisco condenó que en los últimos años «la historia ha dado señales de un regreso al pasado: los conflictos se reavivan en diferentes partes del mundo, los nacionalismos y populismos reaparecen en diferentes latitudes. La construcción de muros y el retorno de migrantes a lugares inseguros aparecen como única solución que los gobiernos son capaces de gestionar la movilidad humana».
No obstante, en este tiempo también «ha habido signos de esperanza», que permiten a los hombres «poder soñar con caminar juntos como pueblo nuevo».
Finalmente, destacó que los refugiados son «rostros de la esperanza» e instó a las sociedades a construir un mundo «más justo. En el que la dignidad y los derechos» de todos sean respetados.