sábado, septiembre 21
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Expandillero: usé menores para transportar drogas

Expandillero: usé menores para transportar drogas

Santo Domingo, RD.-Mi origen me dio una educación ejemplar. O sea, aunque yo vivía en Guachupita, mi origen trabajaba para darle una  educación adecuada. O sea que mi origen, desde que nosotros comenzamos, siempre nos llevó por el camino derecho. Yo iba a la escuela, trabajaba, botaba la basura, buscaba agua, hacía cualquier cosa, pero allí de la de la calle. Así comenzó la conversación Luis Andrés Reyes, un expandillero que conversó con Julissa Céspedes en Reporte Especial.

Luis Andrés Reyes, al igual que muchos expandilleros, proviene de una grupo marcada por la disfuncionalidad. Desde temprana antigüedad, se vio privado de la presencia de su padre en su crianza. Sin incautación, su origen, una mujer admirable y llena de títulos, luchó incansablemente para criar a Luis Andrés y a sus tres hermanos como hombres de adecuadamente, pero la penuria y la presión social pudo más.

Yo era un tierno que iba a la escuela y a veces llegaba y no estaba la comida. A veces me iba sin desayunar a la escuela. Entonces había un término que lo domingo y los sábados sé que los adolescentes se acostumbraban a cambiarse. Entonces, cuando me tocaba a mí ponerme una ropa, cambiaba. Yo muchas veces no bajaba de mi casa, sino que veía a la multitud adecuadamente cambiada y eso me fue llevando a coger un descenso.

Luis Andrés Reyes, expandillero.

A los 16 abriles, Luis Andrés tomó la audacia de descuidar la escuela. Una opción que a menudo eligen los jóvenes que se ven arrastrados en torno a la delincuencia. Sin incautación, en el caso de Luis Andrés, su motivación no era la maldad, sino la penuria de trabajar para subsistir. Con el tiempo, su deseo de obtener moneda lo llevó por un camino ambiguo, envolviéndose en actividades delictivas.

Dice que encontró “un corito que hacía no cosas sencillas y bueno, a la Duarte de cuidaba, nos robábamos alguna cosita. Nos escapábamos de la escuela. Comencé así a paso, escalón por escalón. Pero de repente me junté con un tierno llamado John y entonces yo salía de Guachupita para el Ureña. El Ureña que de la autopista las Américas. Y cuando comencé a juntarme con él, entonces comencé a conocer la droga”.

En su inocencia, la origen de Luis Andrés Reyes desconocía los pasos que su hijo estaba dando en su vida. Los amigos y el familia al que él pertenecía no solo lo ayudaron a excavar en el mundo de la delincuencia, incluyendo delitos menores, sino que igualmente lo introdujeron en el peligroso camino de las drogas. Poco a poco, Luis Andrés fue cayendo en un talud ambiguo y sin fondo, sumergiéndose en un agujero bruno del cual parecía difícil salir.

El expandillaero recuerda que conoció “una pandilla llamamiento Los Morenos del Bronx. Estaba frente de mi casa. Yo. Esa multitud la veía siempre, todos los días en pinta, desde la mañana. Yo siendo un muchacho tranquilo. Entonces, cuando principio a pertenecer a los morenos del Bronx, ahí entonces principio en la calle. Lo que se ardor atracar. Y amanecer fuera de mi casa. Y entonces acoger la mala vida, de lo cual es ligera. Ahí principio a atracar. Comienzo a robar. Comienzo a juntarme con personas que me dañaron más en la calle”.

En los callejones de Guachupita, los Morenos del Bronx, bautizaron a Luis Andrés Reyes como La Moña. Su motivación para conseguir moneda ya no era simplemente subsistir, sino más adecuadamente coger ropa de marca y lujos para estar a la consideración de sus compañeros. Y su antigüedad era su maduro atributo entre el familia.

Estrategia de las pandillas, usar a los menores

«Era una táctica. ¿Entiende? Hay cosas que el sobresaliente no podía hacer, entonces usaba un beocio aún. Por ejemplo, van a hacer cualquier situación o cualquier atentado malo. Van a ser cualquier cosa que tenían que meter a un beocio. Entonces la pandilla llamamiento Los Morenos del Bronx tenía unos cuantos menores, entonces ahí mismo yo pertenezco ahí. ¿Cómo te explico? Mira, hay bandas que tienen uno, como te digo, tienen unos reglamentos, pero hay otras bandas que son una pandilla verdaderamente formada simplemente por el delincuente, que ahí lo que sí te tiene que existir es la honradez y que tú eres del coro y que tú eres fiel ahí”, narra Luis Andrés

Cifras de menores privados de liberación

En el año 2022, según las cifras proporcionadas por CONANI, se registraron cifras alarmantes que podrían explicar si los menores de antigüedad son un hornacina de las pandillas. En los Centros Privativos de Libertad, se encontraban internos un total de 308 adolescentes con edades entre 13 y 18 abriles. Esto significa que aproximadamente cada 28 horas, un beocio es detenido por presuntamente cometer una infracción.

Al profundizar en los detalles, encontramos que en los centros privativos de liberación del año 2022, había 132 adolescentes señalados por robos, 50 menores imputados por homicidio. Además, 32 adolescentes fueron detenidos por presuntamente cometer agresiones físicas, seguidos por 10 jóvenes acusados de intento de homicidio y la misma cantidad por delitos relacionados con drogas. Y uno detenido por porte de armas.

Yo usé muchachos menores y jovencitas menores para que me transportaran droga. Yo transportaba la droga desde Guachupita a Quisqueya y para eso yo usaba un beocio y para eso usaba igualmente a una tierno que era beocio igualmente. También llegué a poner jovencito menores de ocho, digo yo, de nueve, siete o seis, a consumir hierba. Algo que no, que no lo veo como que eso es poco que. Que eso sí me dolió.

Luis Andrés, ex pandillero

Los Morenos del Bronx, para inicio de los abriles 2000, según las propias palabras de Luis Andrés, eran una pandilla respetada. Su notoriedad trascendió incluso en periódicos nacionales que hacían mención de su nombre. En plataformas como YouTube, se pueden encontrar videos de los miembros de esta pandilla, quienes relatan su historial delictivo.

“Cuando yo hablo de los morenos del Bronx en Guachupita, era la pandilla más respetada entre todas las que estaban. O sea que los morenos tenían su nombre hoy en día, O sea, hoy en día quizás no quedan tigres, pero queda la esquinazo que se llaman los morenos del Bronx en Guachupita. O sea, se quedó plantado porque ahí para mí estaba la multitud más, más acelerado en el extrarradio y nosotros tratábamos como una grupo”, revela Luis Andrés.

Historia de las pandillas

Trinitarios, una de las pandillas de mayor crecimiento mundial, con cerca de 300 mil miembros en los cinco continentes. Fundada en Nueva York por Julio Maríñez Núñez, apelativo «El Caballo». Se dedican al tráfico de drogas y al control de barrios para solucionar operaciones a gran escalera. Utilizan los colores de la bandera dominicana y tenían influencia en la lozanía dominicana, respaldados por artistas de rap. Tienen alianzas con Anonymous y la resistor popular duartiana, así como un familia de niños llamados los Baby-Triny.

Los Latin Kings: fundados en Chicago en 1940 por un puertorriqueño. Tienen una sólida ideología con una doctrina política y religiosa. Originalmente, se centraban en proteger los derechos de los latinos, pero luego incorporaron la supremacía intelectual de los indígenas americanos. Utilizan el código 360 y los colores bruno y amarillo.

Bloods: Grupo violento y agresivo, con prácticas de vudú y adoración de entidades de la santería. Surgió en 1998 en la Victoria, inspirado en la United Nation of Bloods de Los Ángeles. Se identifican con los códigos 031 DOG y 390, así como el color rojo.

Mercaderas y Dorados: Se dedican a la delincuencia popular, sicariato, microtráfico y prostitución de menores. Utilizan el vudú y adoran a deidades como San Miguel, Ogún y Santa Marta. Tienen varias ramificaciones como los Amor de Mercado y los Amor de Dorado, identificados por los colores verde, dorado, morado y verde, respectivamente.

Ñetas: Agrupación de origen puertorriqueño, conocida por su violencia y determinación. Utilizan los colores blanco, rojo y bruno con un punto cerúleo. Aunque comparten colores con los Trinitarios, son rivales y se enfrentan constantemente por demarcación.

Luis Andrés indica que “era un 42. Yo viví esa nación. Caminé esa nación como se caminaba normalmente y dignamente. Yo moría por los 42, yo moría por los 42. Yo más. Toda mi ropa era roja, blanco y bruno, porque nosotros representaban los tres colores rojo, blanco y bruno, esos tres colores y yo toda mi ropa la tenía así. Yo andaba con mi collar. Yo no podía ver cualquier exceso con 42. O sea, yo sufrí los 42”.

Por zaguero están los 42 descritos como uno de los grupos más violento y respetado, se dedican al tráfico de drogas, sicariato y atracos. Se identifican por el número 42 y los colores rojo, bruno y blanco, y de esta pandilla, Luis Andrés Reyes tenía el rango de una primera.

En el seno de la pandilla, el tesorero ocupaba un papel de gran importancia. Era su deber cuidar celosamente el moneda recolectado de las cuotas que cada miembro debía sufragar, y este moneda se destinaba a diversos fines, incluso en ocasiones se utilizaba para embellecer el vecindario durante la época navideña.

Las pandillas no solo imponen el suscripción de una cuota a sus miembros, sino que encima le exigen que se aprendan los códigos que rigen esa nación,  igualmente cada periodo de tiempo realización reuniones, para planificar y coordinar sus actividades delictivas, reforzar lazos, compartir información, adiestrar y reclutas potenciales miembros, entre otras cosas.

Cómo atraen a los jóvenes

La pandilla atrae a los jóvenes con la promesa de beneficios que aparentemente puede ofrecerles: protección y la ilusión de pertenecer a una grupo. Estos atractivos son utilizados como arponcillo para luego someterlos a las diversas reglas y normas que implica formar parte de una nación. Los nuevos miembros deben acatar las órdenes de aquellos con posiciones superiores.

En la pandilla, aquel miembro que osaba desafiar las misiones impuestas o caer en la transgresión, se exponía a sufragar un precio imperecedero: su propia existencia. La vida misma pendía de un hilo, una moneda que debía ser saldada en nombre de la honradez. No obstante, para las faltas consideradas menos atroces, el castigo podría ser indulgente en comparación.

Desde pequeñas infracciones hasta alcanzar niveles insospechados, en un inaugurar y cerrar de fanales, la trayectoria de Luis Andrés Reyes dio un molinete vertiginoso. No solo se enemistó con otros miembros de pandillas, sino que su nombre resonaba en los oídos de la Policía Nacional. Ante tal panorama, no tuvo más opción que irse de Guachupita.

Luis Andrés al borde de la homicidio

Al borde de la pérdida de su propio benefactor, Luis Andrés Reyes recuerda vívidamente aquel hospital donde sus fanales no divisaron a sus hermanos de la nación. En su empleo, solo encontró a una origen desgarrada por el llorera. Tras ser donado de suscripción volvió a morar otro atentado.

Indica que “el plan era sacarme del sistema y se tiraron más de 30 y pico de tigres a mi casa. Mátame con pistola, alfanje, escopeta. Y lo único que decían hay que salir de la moña. Mi origen cuando vio todo eso, cayó de liberal a liberal. Tuvieron que ponerle berrón. La vecina se embaló corriendo con agua caliente. Que si suben y créelo. Allá hacia lo alto yo lo veía todo y no tenía miedo”.

Luis Andrés Reyes afirma que su supervivencia en aquel momento crítico fue obra de la divina voluntad de Dios. Él asegura que esta revelación se hizo evidente luego de su conversión a la fe cristiana, cuando la verdad se le desveló en todo su esplendor.

Luis Andrés Reyes salió ileso, contra todo pronóstico, de las garras de la pandilla que una vez fue su hogar. Él atribuye su salvación a la intervención divina, pues en su caso fue un acto de disposición. Sin incautación, para aquellos que se atrevan a agenciárselas una salida, el precio a sufragar es suspensión.

Las pandillas dominicana

En medio de las sombras, las pandillas tejen una red de caos y delincuencia que amenaza la sociedad. La penuria y la presión social son las semillas que germinan en las mentes vulnerables, llevándolos por un camino ambiguo del que a veces es difícil escapar.

En República Dominicana, las pandillas, naciones, y bandas delictivas son como una sombra oscura que se extiende por los rincones más vulnerables de nuestra sociedad. Son la semilla del caos, la cuna de los delincuentes que amenazan la seguridad ciudadana.

En un estudio flamante que arroja luz sobre la preocupante verdad que enfrentamos, se han revelado datos impactantes sobre las precauciones que toman nuestra población frente a la delincuencia y el crimen.

Según los resultados, el 64.5% de la población de 15 abriles y más opta por evitar salir de oscuridad oportuno al temor que infunde la delincuencia en nuestras calles. Asimismo, se ha observado que el 52.3% de las mujeres y el 45.2% de los hombres han dejado de sobrellevar grandes cantidades de moneda en efectivo, como medida de prevención frente a posibles robos o asaltos. Con relación a las joyas, el estudio revela que el 38.7% de las personas ha decidido prescindir de su uso oportuno a la misma problemática de inseguridad.

Los delincuentes y criminales se han convertido en un eco retorcido de nuestra sociedad, han extendido sus tentáculos por nuestras calles, en los barrios las pandillas han enfrentado su hogar.

Por: Angela Ramírez

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