La violencia y el narcotráfico en Ecuador han llegado a un punto crítico, como lo demuestra el nuevo crimen del candidato presidencial Fernando Villavicencio. La provincia de Esmeraldas en particular ha experimentado un aumento inquietante en homicidios y enfrentamientos entre bandas narcotraficantes.
El enraizamiento de grupos como «Los Choneros» en la región, que colaboran con organizaciones como el Frente Oliver Sinisterra (FOS), representa una amenaza creciente. A medida que estas bandas compiten por el control de las rutas de narcotráfico, la violencia se ha desbocado. A pesar de los esfuerzos del gobierno ecuatoriano, la presencia de carteles como el de Sinaloa y el CJNG mexicanos complica aún más la situación.
La violencia en Ecuador ha tocado un punto crítico, como lo demuestra el trágico crimen del candidato presidencial Fernando Villavicencio. Este ataque a plena luz del día, que ocurrió a la salida de un mitin de campaña en Quito, resalta la seriedad del problema que el país enfrenta. Durante primaveras, tanto medios locales como internacionales han experto sobre el aumento de la violencia y el crecimiento del narcotráfico en la nación sudamericana.
El presidente Guillermo Lasso declaró el estado de emergencia en tres provincias costeras, a entender, Esmeraldas, Guayas y Manabí, el 30 de abril de 2022. En estas áreas, la violencia ha escalado adecuado a la lucha entre bandas narcotraficantes desde 2021.
Esmeraldas, en particular, ha sido un epicentro del tráfico de drogas. Su ubicación estratégica, compartiendo frontera con el sección colombiano de Nariño, conocido por la producción de coca y cocaína, lo ha convertido en un punto de tránsito esencia. Los homicidios se han duplicado en esta provincia, aumentando de 72 en 2020 a 146 en 2021, y la tendencia de muertes violentas continúa en aumento en el presente año.
Recientemente, un clase de sicarios perpetró un ataque en la renta de Esmeraldas, dejando siete personas muertas. Supuestamente, los sicarios buscaban miembros de la partida carcelaria conocida como «Los Tiguerones». Sin retención, al no encontrar a sus objetivos, los sicarios tomaron represalias asesinando a familiares de los buscados.
Estos eventos sangrientos son resultado de una lucha feroz entre grupos criminales que compiten por el control de las rutas del narcotráfico entre Esmeraldas y los puertos en la costa Pacífica ecuatoriana. Entre estos grupos, destaca «Los Choneros», considerada la partida criminal más egregio de Ecuador. Se cree que han establecido alianzas con el Cartel de Sinaloa y con instrumentos disidentes de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para favorecer el transporte de cocaína desde Colombia hasta Guayaquil.
La presencia del Frente Oliver Sinisterra (FOS), una disidencia de las FARC, igualmente es notoria en la región. Los Choneros están involucrados en el tráfico de cocaína en colaboración con el FOS. Además, otros grupos rivales como los «Lobos», los «Tiguerones» y los «Chone Killers» compiten por el control de la actividad narcotraficante en la zona.
A medida que estas bandas criminales compiten por el control del tráfico de drogas, la violencia ha aumentado drásticamente. El Frente 48, otra camarilla disidente de las FARC, se ha unido con grupos ecuatorianos para formar los «Comandos de Frontera». Estos grupos operan a lo espacioso de la frontera entre Colombia y Ecuador y tienen conexiones con la Segunda Marquetalia, una camarilla que averiguación unir a todas las disidencias de las FARC en una fuerza unificada.
La situación es aún más compleja adecuado a la décimo de carteles mexicanos. Se cree que Los Choneros trabajan con el Cartel de Sinaloa, mientras que sus rivales colaboran con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estos carteles mexicanos son conocidos por su involucramiento en la violencia en México en los últimos primaveras, lo que agrava aún más la situación en Ecuador.
Aunque el gobierno ecuatoriano ha intentado tomar medidas para controlar la violencia y el narcotráfico en la provincia de Esmeraldas, la complejidad de la situación y la presencia de actores externos complican los esfuerzos locales. La violencia y el tráfico de drogas se han arraigado en la región, y a menos que se implementen estrategias efectivas de cooperación internacional y políticas de seguridad, Ecuador podría seguir el camino de otros países afectados por el narcotráfico y la violencia en América Latina.