
El olfato de un perro, la última esperanza de las víctimas del sismo
Se llaman Mia y Farah, son perras pastores belga cruzadas con malinois y juegan en el césped con un botellín vacío o piden comida a su dueño como haría cualquier otra mascota tras horas de viaje en un camión.
Pero el juego se convierte en una tarea de vida y muerte momentos más tarde: empiezan a buscar a supervivientes entre las ruinas de Antioquía, una de las ciudades más afectadas por el terremoto que asoló el sureste de Turquía el lunes pasado.
«Los perros aprenden a buscar a personas atrapadas entre los escombros a través del juego, para ellos no es muy distinto a buscar un palito», comenta a EFE una integrante del equipo de Ericam, el servicio de Emergencias y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid, que lleva desde el martes en la zona.
Los primeros días, el grupo, com...